sábado, 16 de julio de 2011

La niña y el mar

Este cuento me lo pidieron para regalarlo a una niña de 7 años proporcionándome una pequeña biografía suya.

La niña y el mar

A diferencia de Fernanda El mar azul y cristalino del Caribe mexicano no puede dormir en todo el día, la inercia de sus movimientos no se lo permiten y su madre todopoderosa también conocida como Naturaleza se lo prohíben. Sin embrago esta diferencia no evita q el mar y Fernanda sean un ejemplo más de aquellas amistades difíciles d encontrar. Pues que tan fácil puede ser una amistad con alguien que a pesar de sus desplantes implacables, sus cambios de humor tan repentinos y sus tonos tan mandantes; alcanza niveles de popularidad inimaginables. Y así el mar a pesar de todo ha caído en el embrujo carismático de Fernanda Den pues ha encontrado en ella el reflejo entero de su más pura escancia. Una niña popular y cambiante, dominante y agradable, valiente como pocas e inteligente como nadie.
Fernanda y el mar además de compartir su forma de ser comparten sus gustos, específicamente aquel por la música y la pintura.
Dicen las leyendas que cuando Fernanda abandono el mar para irse a una enorme academia en la capital del país este se puso al principio tan furioso que durante 10 noches con sus días nadie lo pudo visitar; después su enojo se volvió tristeza y su furia docilidad. Tanta que ante la falta de marea los peces tuvieron que aprender a nadar. Finalmente cuando el mar entendió que la ausencia de Fernanda era víctima de circunstancias ajenas recupero sus bríos y mareas. Sin embargo no logro ser igual. Dicen que por las noches se veía dibujado el rostro de una niña de cabellos largos y ojos bien abiertos en la arena y que entre el oleaje y los demás sonidos del mar se alcanzaba a escuchar un violín.
Cuando Fernanda regreso le mostró al mar sus trazos esporádicos repletos de constante melancolía y los frutos de largas horas de prácticas tras el violín sellando así la eterna amistad entre Fernanda y el mar.
Hoy el pueblo yucateco puede dormir tranquilo pues el mar ha entendido que aunque su amiga se ausente por días al final siempre regresara a empanizarse en la arena como los camarones que él le da.