Hay tantos placeres como dolores en la vida, aunque no siempre tenemos acceso a todo ellos. Hay placeres de todos tipos y sabores, los hay amargos o dulces, los hay instantáneos o eternos, perenes o caducos. En fin, por placeres no para el hombre.
Unos de los más disfrutables son los ocultos, aquellos envueltos en la tela transparente que es la intimidad, destinados al anonimato y a la negación.
Su gozo puede o no radicar en su carácter misterioso, y en la mayoría de las ocasiones responde a aquel
cruel sentimiento que nos recuerda que somos finitos, llamado vergüenza.
Nietzsche asumía la vergüenza como el lastre que impide la libertad y Aristóteles la libertad como paso necesario para la felicidad. Ergo para ser felices hay que ser libres y para ser libres, hay que perder la vergüenza.
Según la mitología griega, Aidos la diosa de la vergüenza, modestia y humildad fue enviada por Zeus a la Tierra luego de ver el caos autodestructivo del hombre tras haber recibido el fuego de Prometeo. Su relación es tan estrecha con el hombre, que Aidos será la última deidad en abandonar la Tierra y regresar al Olimpo.
Evidentemente la vergüenza no se aleja solo por resolver la ecuación, permanece intrínseca en la vida del hombre pues la moral es tan arraigada que la libertad se torna compleja y la felicidad inalcanzable.
Sin embargo, son válidos los intentos por lograr la desvergüenza, ¿Qué sería de los escritos de Wilde si este no hubiera jugado con la vergüenza? ¿Qué lección habría dado Hesther Prynne si se hubiera avergonzado de su letra escarlata?
Estoy seguro de que la vergüenza por más desvergonzado que diga mi madre que soy, jamás me abandonara, pero también quiero hacer mi intento. Revelare lo oculto de mis placeres, quitare la vergüenza de mis gustos y confesare los que hasta hoy son algunos de mis placeres vergonzosos:
Me gustan las comedias románticas, los covers de Glee, leer Harry Potter y algunas canciones de Ricardo Arjona. Me muevo (porque no bailo) con el Reggaetón y con el Hip-Hop. Me gusta leer de superhéroes, me dan mucho miedo las películas de terror, no como chile porque me pica, no me llaman la atención los carros ni manejar.
Me siento un poco más libre. Espero sentirme también más feliz.